Marcos Pizarro

En el corazón del Valle de Uco, donde la cordillera se funde con el cielo y el silencio parece tener sabor, Marcos Pizarro encontró su destino entre barricas y racimos.
Nació en Mendoza, en una familia donde el vino no era solo una bebida, sino una forma de hablar del tiempo, de la tierra y de la vida misma.

De joven, Marcos se obsesionó con entender el alma del terroir. Estudió enología, viajó por bodegas de Europa y regresó convencido de que el vino debía expresar una verdad íntima: la unión entre quien lo hace y el lugar donde nace.
Así fundó su pequeño proyecto personal, con una filosofía clara — producir vinos de edición limitada, cada uno reflejo irrepetible de una cosecha, una parcela y un instante.

En su bodega, escondida entre álamos y piedras blancas, Marcos trabaja cada detalle: selecciona a mano los racimos, fermenta en pequeñas vasijas y controla cada barrica como si fuese una obra única.
No busca volumen ni fama, sino pureza. Cada botella lleva su firma, no como marca, sino como testimonio de un compromiso con la tierra mendocina.

Hoy, los vinos de Marcos Pizarro se conocen por su elegancia, su carácter honesto y su historia silenciosa. Son vinos para quienes entienden que la grandeza no siempre grita, a veces susurra desde una copa, cuando la pasión y la paciencia se encuentran.